domingo, 4 de mayo de 2014

"Ich bein allein..." I

"Si yo trato de ir correctamente, sin duda fallaré; y esta noche...
esto no irá bien entre nosotros... nuevamente..."
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"No se puede dejar que un día el mundo se destruya, y luego ir por los escombros, buscando sobrevivientes..."
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"Ocho años"...

Le decía que solo él tenía sus pensamientos, ¿Y saben? Él le creía, podría afirmarse que ciegamente, y sin reparos. Lo cierto, es que ella mentía tan bien, o es que él era muy crédulo. 

Si, le engañaba, y él en el fondo lo sabía. Y aún con ello, se decía a si mismo: 
-"Cambiará, lo sé... juntos lo haremos..."
Es incorrecto esperanzarse en una mentira. Pero, ¿cómo resistirse a aquella mirada? Expresivos, en extremo; hasta hoy pensaba que ella pudo haber sido actriz de habérselo propuesto. Esos ojos fueron únicos para él, aunque nunca fueron realmente para él. 

Cuando le decía o susurraba algo, no paraba de ver sus labios, aquellos que invitaban a perderse sin pensar en nada más. 

Pero hoy sabe, que otros tuvieron sus miradas, palabras, susurros... suspiros. Incluso sus pensamientos. No, ninguno de ellos le fueron otorgados para él. Hoy lo sabe. 

Era soñadora. Juntos edificaban castillos colosales de ensueño. Pero les tomó tiempo empezar la recuperación de aquel que sería la ambición de ambos y magnífico sin comparación. Casi mágico, podría decirse que era un mundo aparte ideado por ellos.

Le tomó meses (si no, años) el encontrar los puntos de debilidad. Cada día era arduo el trabajo, pero satisfactoria la recompensa. Ella le sonreía a veces, detalle que a él le bastaba para sentirse satisfecho; y al término de una jornada de cimientos y murallas colocados, roca a roca; que en momentos parecía interminable, pero se avanzaba.

O eso creía él. Notaba cómo al día siguiente yacían trechos colapsados; arrancados desde la base incluso otros. Calló en un inicio, creyendo que era descuido suyo. Se propuso el esforzarse el doble, tratando de avanzar un poco cada día, además de tratar de levantar lo que encontraba derrumbado del día anterior. 

"¿Qué clase de juego malicioso es aquel, donde uno edifica, y otro destruye a su antojo?"

Pero no bastó. Así siguió, hasta que cierto día (si, siempre llega) no pudo soportar más, y le pidió ayuda. 
Como esperaba, ella aceptó gustosa. Le brindó incluso algunas recomendaciones de cómo hacer resistentes los pilares de su castillo de sueños. Nunca se quejaba, de hecho él solía sentirse mal al verla continuar sin reparo en ella misma, ni de su propia salud. 

Al día siguiente volvió, y encontró una muralla entera destruida. ¿Qué había ocurrido? 

El cielo matinal se podía apreciar sereno, demasiado tal vez. Cuando buscó a su compañera, ella no estaba. Creyó sentir cómo la desesperación le trepaba por una pierna y ascendía cual sierpe silenciosa a través de la columna vertebral. Buscando una u otra explicación que al final, ninguna pudo satisfacer su aguda mente, se dejó llevar. En un ataque de ira, decidió destruir lo poco que tenía ante si. 

Si, destrucción sobre los escombros... 

Hubiese seguido, hasta que notó algo particular: Aquella muralla no había sido atacada. Se vino abajo desde adentro. ¿Cómo conjeturó ello? El piso interior estaba arrancado, y el terreno excavado; como si un animal, una bestia de pesadilla hubiese intentado escapar desesperadamente. ¿Qué ente posee aquella fuerza descomunal?

En silencio, evocó pasado que creía haber dejado sepultado. Volvió a la mente y casi podía respirar el polvo y humo, el olor a brasas encendidas rodeándole, y el ensordecedor sonido de estructuras enteras quebrándose, desplomándose ante su imparable avance, como si se tratasen de simples naipes apilados unos sobre otros. 
Las miradas, esas miradas de desprecio y miedo puestas en él, como si encarnase todo lo malo del mundo. Los demás odian lo que no alcanzan a comprender.


La respiración empezó a sentirse más pesada, sonora, jadeante. Aquellos recuerdos provocarían caos y traerían de regreso la destrucción, de no ser por una mirada serena que se posó en él. Al volver el rostro, cruzaron miradas, la misma que sintiese años atrás, hoy lo traía de regreso al presente.
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jueves, 1 de mayo de 2014

Nosense...

"Si yo trato de ir correctamente, sin duda fallaré; y esta noche...
esto no irá bien entre nosotros... nuevamente..."
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"Si bien, incluso los tenían contados, él los iba perdiendo poco a poco. Por momentos, de a uno. Otros, solo la mitad; y a veces... simplemente ya no los contaba..."
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"De pie"...
-¿Por qué deberíamos cruzar estas murallas?- Preguntó.
-¿Cruzarlas?No. Vamos a destruirlas. Solo así podremos pasar.- Sin posar la mirada en él, contestó.
-¿Estaremos del lado correcto de la perspectiva? ¿No será que estamos encerrados, y no es que deseemos entrar a través de una fortaleza inexpugnable? ¿No será que perdimos esta batalla, sin tan siquiera haberla empezado a cabalidad?-
-Entonces, la perdimos el día que decidimos separarnos...-
Al finalizar esas palabras, pudo comprobar con horror las oscuras cuencas vacías que se posaban en él, después que girase a quedar viéndole. Aún con ello, trató de contener el pavor, buscando un ápice de humanidad en aquel ente que momentos antes sería su único aliado. Perdiéndose en la vacuidad de aquellos agujeros que fungían de ojos, se dio cuenta que no había nadie más alrededor. Estaba solo todo este lapso transcurrido.



-Cruel destino, el hablar consigo mismo durante este tiempo.
Sin más, empezó a reír, con ojos desorbitados, con la mirada perdida donde alguna vez debería haber asomado alguna lágrima, la cual no sería más. 

Recordó con cierto sabor amargo en los labios y un dolor en el pecho a aquella que alguna vez fue su única aliada.
No, no lo era ya hace mucho. Solo se trataba de un enviado más por el cual estuvo a punto de caer. ¿O ya habría caído?





Recuperando aliento, cubrió la cabeza con aquel trozo de tela que llevase en el cuello, ahora a modo de capucha. Observó aquel muro alto, alto... tanto que la vista no alcanzaba a dar con la parte superior. Otros segundos, y finalmente dio media vuelta.
-No necesito entrar, ni siquiera intentar salir. Solo mantenerme. Nada es eterno, ni aún esto...

Retomando el camino de regreso, pensó que solo necesitaría volver pasos por donde había ido antes. Sin embargo, no recordaba siquiera ello. Ni como había llegado, ni siquiera cuándo. Aún así, siguió caminando, alejándose cada vez más. Entre borrosos recuerdos que parecían ir emergiendo de la niebla, solo pudo evocar un lugar, que se le hizo familiar: Aquella puerta por donde alguna vez pasó hace mucho tiempo atrás...


"Si te hieres a tí mismo... ¿existirá un punto, en el cual no sea posible regresar?"

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